El 3 de noviembre de 1957, hace exactamente 67 años, la Unión Soviética lanzó al espacio a la primera criatura viviente en orbitar la Tierra: una perra llamada Laika. Este hito, que marcó la historia de la exploración espacial, también es un recordatorio de los sacrificios que se hicieron durante la carrera espacial entre la Unión Soviética y Estados Unidos en plena Guerra Fría.

¿Quién fue Laika?
Laika era una perra mestiza, de aproximadamente tres años de edad y unos seis kilos de peso, que vivía en las calles de Moscú. Era una pequeña perrita de color blanco con manchas marrones y un carácter dócil, lo que la convirtió en una de las favoritas de los científicos que trabajaban con ella. Fue seleccionada junto con otros perros callejeros, ya que los científicos creían que estos animales, acostumbrados a condiciones de frío y hambre, serían más resistentes al estrés que implicaba el entrenamiento y la misión espacial.
Antes de ser elegida para el viaje, a Laika la llamaban Kudryavka, que significa “rizadita” en ruso. También fue conocida brevemente como Zhuchka (que se traduce como “bichito”) y Limonchik (“limoncito”). Sin embargo, el nombre de “Laika” fue el que resonó en la historia, una palabra que en ruso hace referencia a una raza de perro nórdico y también significa “ladradora”. Este nombre fue adoptado por la prensa y se volvió mundialmente famoso, ya que fue así como se la mencionó en el lanzamiento oficial.
La misión Sputnik 2
El Sputnik 2 fue la segunda nave lanzada por la Unión Soviética y la primera en transportar a un ser vivo al espacio. La misión despegó el 3 de noviembre de 1957, tan solo un mes después del exitoso lanzamiento del Sputnik 1, el primer satélite artificial que orbitó la Tierra. Este lanzamiento tenía un objetivo ambicioso: demostrar que un ser vivo podría sobrevivir el viaje y las condiciones del espacio exterior, un paso crucial antes de enviar a un humano.

La nave Sputnik 2 fue construida en tiempo récord, en tan solo unas semanas, debido a la presión política y a la carrera espacial en curso con Estados Unidos. Este ritmo acelerado no permitió perfeccionar algunos de los sistemas necesarios para mantener a un ser vivo con vida en el espacio. De hecho, Sputnik 2 fue diseñada sin un sistema de retorno, lo que significaba que Laika nunca regresaría a la Tierra.
La nave pesaba aproximadamente 500 kg, una carga considerable para la tecnología de lanzamiento de la época. La cápsula tenía un compartimento especial para albergar a Laika, con un espacio reducido que apenas le permitía moverse. Este compartimento estaba equipado con sistemas rudimentarios de control de temperatura, suministro de oxígeno y comida en forma de un gel nutritivo que Laika podría lamer para mantenerse hidratada y alimentada durante el tiempo que resistiera en órbita.
Despegue y término de la misión
Finalmente, el 3 de noviembre de 1957, Sputnik 2 despegó desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, con Laika a bordo. Durante los primeros momentos del vuelo, los sensores indicaron que el ritmo cardíaco de Laika se triplicó debido al estrés, aunque más tarde volvió a niveles cercanos a la normalidad una vez que la nave alcanzó la órbita. Sin embargo, pronto surgieron problemas críticos: la temperatura dentro de la cápsula se elevó más de lo previsto, alcanzando los 40°C debido a fallos en el sistema de enfriamiento y la falta de un sistema de aislamiento térmico adecuado.
Poco después de entrar en órbita, Laika falleció debido a una combinación de estrés y sobrecalentamiento. Aunque los científicos esperaban que sobreviviera varios días en el espacio, las condiciones extremas hicieron que la misión tuviera un desenlace trágico en cuestión de horas. En aquel momento, sin embargo, las autoridades soviéticas no divulgaron la causa de su muerte; durante años, se mantuvo la versión oficial de que Laika sobrevivió por al menos una semana en el espacio antes de fallecer sin dolor, aunque más tarde, en 2002, se confirmó la verdadera causa de su deceso.
El legado de Laika

Laika dejó un legado profundo y simbólico que va más allá de los logros científicos de su misión. Al igual que ella, muchos otros animales han contribuido al avance de la ciencia, soportando condiciones extremas en nombre de descubrimientos que han beneficiado a la humanidad. Desde la primera órbita de Laika hasta experimentos actuales, estos seres han permitido comprender mejor la resistencia biológica y preparar el terreno para la exploración humana del espacio y otros campos de la investigación. En reconocimiento a su sacrificio, Laika ha sido conmemorada con varios monumentos alrededor del mundo, que recuerdan su valentía y su lugar en la historia. Su sacrificio es recordado hoy no solo como un hito científico, sino también como un llamado a la ética y al respeto por la vida en todos los ámbitos de la investigación científica.
A modo personal, refiero a la canción llamada “Laika“, de la banda Mecano, que es un claro homenaje a esta perrita espacial.
Referencias
- Dubbs, C., & Burgess, C. (2007). Animals in Space: From Research Rockets to the Space Shuttle. Springer Praxis Books.
- NASA History Division. (n.d.). Sputnik and the Dawn of the Space Age. NASA.
- Scientific American (2002). “First Dog in Space”. Scientific American.