El beso es una demostración de amor para nosotros los humanos, pero ¿de dónde viene esto?. Foto: GettyImages.

El beso, un gesto de amor

Todas las personas hemos estado expuestas a los besos, ya sea en la mejilla o en la boca. Es una acción que mostramos desde pequeños y que simplemente asimilamos como normal y natural. Crecemos y seguimos demostrando nuestro amor con besos y pocas veces nos preguntamos ¿Por qué besamos? ¿Por qué besar y no cualquier otro gesto?

Las primeras referencias que tenemos de los besos románticos provienen de tablillas de arcilla de la antigua Mesopotamia, que datan de alrededor del 2500 a.C.. El beso es una práctica que en un principio parece puramente cultural, y que se relaciona directamente con las primeras civilizaciones humanas. Aunque se sugiere que el acto de besar puede ser anterior a la civilización misma, ya que algunos estudios indican que los neandertales intercambiaban saliva con humanos modernos hace más de 100,000 años, compartiendo microbios orales entre sí.

Estas investigaciones son el tema de estudio de algunos científicos evolucionistas han tratado de abordar la evolución del beso desde la observación del comportamiento de nuestros parientes biológicos: los simios. 

El beso ha representado una de las mayores muestras de amor a lo largo de la historia, y por ello tiene un gran peso cultural. Pintura: Francesco Hayez.

La hipótesis de Lameira

 

Si bien creemos comprender el por qué de muchos de los gestos, movimientos y reacciones que tenemos como refejos al exterior, el comportamiento humano sigue siendo uno de los mayores temas de interés para los biólogos. El psicólogo evolucionista Adriano Lameira, investigador de la Universidad de Warwick publicó su hipótesis de la evolución del beso en la edición de este mes en la revista Evolutionary Anthropology.

Algunas hipótesis propuestas por otros investigadores han identificado el beso como un gesto que evolucionó de comportamientos como olfateo, amamantamiento o la alimentación de boca a boca, ya que no cumplen con la forma, función y contexto del beso humano. Este movimiento específico de la boca es una expresión muy particular que, para Lameira, no tiene similitud con el olfateo porque para oler no hay necesidad de gesticular, tampoco par amamantar, pues si bien hay una succión, no es la boca del otro, ni la de alimentarse pues no hay movimiento de la mandíbula. Lameira argumenta que el acto de besar podría haber comenzado como un ritual de aseo entre simios, específicamente en chimpancés y otros grandes simios, quienes al terminar de asearse realizan un movimiento de “succión” con los labios para eliminar parásitos o residuos. Quizás con la pérdida de pelaje, los humanos podríamos haber influido en la reducción de las sesiones de aseo, lo que dio paso a que el “último beso del aseo” se volviera más simbólico y afectivo, en lugar de funcional. 

Si la hipótesis de Lameira es acertada estaríamos hablando de que una de las prácticas más románticas para los seres humanos tuvo, en su momento, una función biológica, algo que no excluye el expresar preocupación y cariño por el otro. 

¿Acaso el beso seguirá evolucionando?

Dado que el beso se originó de alguna conducta biológica ¿Es acaso una conducta que nos llevaremos a la muerte como especie? ¿Acaso el beso evolucionará con la cultura? ¿Se quedará como una muestra de amor para siempre?

La evolución del beso ha llevado, hasta donde sabemos, varios miles de años para pasar de una práctica sanitaria a un gesto romántico, esto quiere decir que quizás en algunos miles de años veremos al beso como un acto diferente. Para plantear una evolución del beso en este sentido debemos tomar en cuenta el fuerte significado cultural que se le ha dado a esta práctica, y basándonos en pequeños cambios, como la aceptación del beso entre personas del mismo sexo, podemos determinar que la cultura hace evolucionar al beso más rápido que la evolución.

Referencias

Por Eusebio A.

Fundador de la revista SPIRO

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