La Vía Láctea es la galaxia en la que vivimos. Imágen: Nasa / JPL-Caltech / R.Hurt

Un misterio astronómico de 100 años de antigüedad

Las galaxias son cúmulos enormes de materia, que puede encontrarse en formaciones simples como nubes de polvo y gas, o en formas más complejas como planetas, estrellas y agujeros negros. A la galaxia en la que se encuentra la Tierra le llamamos Vía Láctea (Milky Way, en inglés), y nos es fácil reconocerla por su característica forma en espiral.

Aunque es común pensar que todas las galaxias tienen esta forma, es una afirmación incorrecta. Las galaxias con forma de espiral son comunes en el universo, pero estos enormes cúmulos de materia pueden comúnmente adoptar uno de cuatro tipos de formas: elípticas, irregulares, espiral o espiral barrada. Desde el descubrimiento de las formaciones galácticas, hace cerca de 100 años, se ha postulado que las formas de éstas no son definitivas y esto ha constituido un problema para los astrónomos sobre el cómo las galaxias transicionan de una forma a otra.

Fotografía de la Vía Láctea y Andrómeda vista desde el polo sur de la Tierra.

Desde 1970 los astrónomos, con ayuda de cada vez mejores telescopios e instrumentos de observación del cosmos, han observado el comportamiento de las galaxias, determinando que las interacciones entre ellas pueden hacer que éstas cambien de de forma, pasando de una galaxia en espiral a una elíptica. Estas observaciones astronómicas han permitido a un astrónomo australiano desvelar el misterio de 100 años de antigüedad.

La Vía Láctea no siempre fue una galaxia con forma espiral

En un estudio publicado en el diario Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, el profesor y astrónomo australiano Alister Graham utilizó observaciones astronómicas de distintos años para dar respuesta a la incógnita centenaria de la evolución de las galaxias.  En las décadas de 1920 y 1930, el astrónomo Edwin Hubble y algunos de sus colegas establecieron una secuencia de anatomías galácticas, conocida como la secuencia de Hubble. Esta secuencia ha servido como guía para los astrónomos para catalogar los cuatro diversos tipos de galaxias, pero carece de un elemento importante: el patrón de evolución galáctica

Pese a que este no es un tema novedoso, en la últimas décadas se han realizado observaciones que permitieron al profesor Graham analizar imágenes ópticas de cerca de 100 galaxias cercanas a nuestro planeta, comparando su masa estelar, núcleo, y otras características específicas de cada galaxia, descubriendo dos tipos de galaxias lenticulares: antiguas y pobres en polvo, y jovenes ricas en polvo. Determinando que las galaxias lenticulares ricas en polvo se forman a partir de fusiones de galaxias espirales, formando largos brazos alrededor de un punto central. Mientras que las galaxias lenticulares ricas en polvo tienen esferoides y agujeros negros notablemente más prominentes que las galaxias espirales y las lenticulares pobres en polvo.

Si las galaxias lenticulares pobres en polvo acumulan gas y material, esto puede perturbar gravitacionalmente su disco, induciendo un patrón espiral y alimentando la formación estelar, cambiando su estructura y forma.  En palabras del profesor Graham: “Esto redibuja nuestra querida secuencia galáctica (…) y, lo más importante, ahora vemos las vías evolutivas a través de una secuencia de ‘matrimonio galáctico‘, o lo que en negocios se podría referir como adquisiciones y fusiones”. Según las investigaciones realizadas en el estudio, las galaxias lenticulares pobres en polvo parecen ser un registro fósil de las primeras galaxias formadas en el universo. Esto parece indicar que estas galaxias con discos sean de las más antiguas y comunes, explicando por ejemplo, una de las más recientes observaciones del telescopio James Webb, donde una galaxia masiva con forma de esfera muestra una antigüedad aparente de unos 700 millones de años. La investigación además muestra que las fusiones de galaxias elípticas pueden explicar las formaciones galácticas más masivas conocidas por la humanidad.

El profesor señala que las conclusiones de su estudio cambian el concepto que tienen los astrónomos de los arboles genealógicos‘ de las galaxias, denotando una secuencia un poco más clara de la continua evolución de las galaxias. Evolción de la que no está exenta nuestra galaxia. La Vía Láctea probablemente fue una vez una galaxia lenticular pobre en polvo que acumuló material, y con el paso del tiempo evolucionó hasta convertirse en la galaxia espiral en la que vivimos hoy. Observaciones profundas realizadas por múltiples telescopios y radiotelescopios situados en todo el mundo, han mostrado  en los últimos años que esto es una característica muy común de las galaxias espirales.

¿Nuestra galaxia cambiará de forma pronto?

Después de saber que las galaxias pueden cambiar de forma, es normal preguntarse: ¿Nuestra galaxia cambiará de forma pronto?, ¿el cambio de forma de nuestra galaxia representa un peligro para la vida en la Tierra?, ¿cuál será la siguiente forma de la Vía Láctea?

Pese a que no hay una fecha exacta para el cambio de forma de nuestra galaxia se sabe con certeza que será un evento inevitable, puesto que, como menciona el estudio, es parte de la evolución galáctica. Esta transición de forma puede tardar miles de millones de años, y no se sabe con certeza las condiciones que harán que nuestra galaxia deje de ser una galaxia espiral, aunque se sabe a día de hoy que estamos en rumbo de colisión con nuestra galaxia más cercana, Andrómeda. Para que esta colisión se lleve a cabo faltan aproximadamente 6 mil millones de años, y se espera que esta colisión deje mayoritariamente invariante a nuestra galaxia, aunque según el estudio del profesor Graham, nuestra galaxia podría, al aumentar en masa, dejar de ser una galaxia espiral y convertirse en una galaxia lenticular rica en polvo.

Por Eusebio A.

Fundador de la revista SPIRO

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